Tabulador – Tenemos que hacer algo con Samantha. Le van fatal las mates. Y lleva cuatro horas con el móvil. Lo he contado.
Tabuladora- Sí, es verdad. Las mates… Va muy por detrás de sus compañeros de clase.
Tabulador- …Pues eso. Tenemos que hacer algo. Precisamente, ¡mira! Me he descargado una aplicación de matemáticas.
Tabuladora -¿Una aplicación? ¿Funcionará?
Tabulador- ¡Seguro que sí!
Tabuladora- Creo que lo que tiene que hacer es aplicarse.
Tabulador-¡Pero las aplicaciones son más dinámicas, táctiles! ¡Así no se aburrirá con las mates!
Tabuladora- Creo que hay otras maneras para que no se aburra con las mates…
Tabulador- Cuáles.
Tabuladora- Que ella gestione el dinero.
Tabulador- ¿Que decida ella su propia paga?
Tabuladora- No. Por ejemplo, en la tienda. Ella puede contar las monedas y pagar.
Tabulador- ¿En qué tienda?, ¿en el supermercado? Pagamos siempre con tarjeta de crédito.
Tabuladora- Pues tienes razón. Es verdad. Quizá la única solución es la aplicación.
[Samantha ha oído la conversación y entra por el comedor]
Samantha -¿Me vais a bajar una aplicación de móvil para las mates?
Tabuladora – Sí, cariño…
Samantha- Pues va. Rápido. Que a este paso no voy a aprobar nunca. Y esta semana no me habéis pasado la paga, que conste. Todas mis amigas se han reído de mí. Aplicaos el cuento.
Tabulador y Tabuladora sonríen y bajan la cabeza mientras Tabulador desbloquea su teléfono móvil y pulsa la pantalla con el dedo índice.