Crónica poética de un oso polar despistado

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Érase una vez

un oso polar despistado

quien,

siguiendo un rumbo incierto,

encontróse un día

en el desierto.

La población humana reaccionó con pánico,

y empleó un esfuerzo titánico

en crear

para el oso

un glaciar fastuoso,

y se contrataron más pólizas de seguros

y la noticia se extendió extramuros

y la foto se subió a las redes sociales

y se alertó a los demás animales

y hasta salió en el telediario.

Pero el oso polar

continuaba

en su desierto,

sofocado

y contento.

El niño visionario

culpable de la situación

fue declarado

persona non grata,

por ser un tostón y una lata

y porque además les costaba un riñón

mantener un glaciar lujoso

y abandonado,

para un oso polar despistado,

y es que el niño había aventurado

un destino funesto

a la humanidad en primer lugar

y si acaso también

al oso polar.

Desde aquel día,

nos importan los animales

sobre todo cuando aventuran males,

pero desde aquel momento, también,

la historia queda en suspense,

todo depende de lo que el niño piense,

las radiofórmulas callan y esperan,

nada fluye,

el miedo impera.

¿Llegará la sangre al río?

Y lo más importante:

¿Devolverá el niño al oso al frío?

4 respuestas a “Crónica poética de un oso polar despistado”

  1. Avatar de llumdemar

    Brillante, brillante, brillante!

  2. Avatar de mercedesguhl
    mercedesguhl

    ¡Qué bueno despertar esas sonrisas y dejar pensando también!

  3. Avatar de Sonia López

    Por entradas como esta te menciono en un post en el que recojo y nomino a algunos premios blogueros: Generación Papel. Besos! ;D

  4. […] Mi crónica de la Eurocon hace una pausa para la publicidad en la que me dará tiempo a tomar un té u otra droga dura, ya que he empezado el artículo reclamando frío y parece que, por fin, hoy lunes el frío ha llegado a la ciudad Condal. ¿Se habrá convertido el urco en un oso polar despistado? […]

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