–¿En qué piensas, cariño?
–En nadie.
–No te he preguntado en quién, sino en qué.
–¡Ah! En ti. Como siempre. ¿Y tú?
–¿Yo? En ti. Por supuesto. Pensaba que ya lo sabías.
–No lo sabía. Por eso te lo he preguntado.
–Bueno, pues es una pregunta retórica.
–No. Es una pregunta neutra.
–Pero no entiendo a qué viene. No entiendo de dónde la sacas. No entiendo por qué llegas a esa conclusión.
–Yo no he llegado a ninguna conclusión. Sólo la he visto.
–¿A quién? No sé de qué me hablas. ¿A quién has visto?
–No me refería a quién, sino a qué.
–¿Cómo?
–A tu sonrisa. A la sonrisa de imbécil en tu cara mientras te preguntaba en qué estabas pensando.
–Tú también estabas sonriendo.
–Ya lo sé.
–¿Y por qué?
–Porque pensaba en ti. ¿Y tú?
–¿Yo? En ti. Por supuesto. Pensaba que ya lo sabías.