Señor 25A- Dis-dis-culpe, ¿puede apagar la luz de arriba? Me molesta.
Señor 25B-. Es que me gustaría leer. ¿Me deja su linternita entonces?
Señor 25A- La estoy usando yo.
Señor 25B- Oiga. Si he oído como roncaba.
Señor 25A-. No. Sólo me estaba relajando.
Señor 25B- Ahhh. Bueno, pues usted apague su modo avión.
Señor 25A- Pero qué dice usted. No se puede apagar. Lo tengo que tener encendido. Así se evitan interferencias; el móvil tiene que est__
Señor 25B- Me refiero a su ‘modo avión’ conductual. Aquella voluptuosidad de espíritu que le empuja a fruncir el ceño como un auténtico cabrón durante todo el trayecto a mi lado aguantando con las piernas espachurradas; el mismo espíritu suyo de ahora que se metamorfoseará de manera asombrosa en cuanto se apee del avión y contemple ilusionado las luces de Navidad -que no le molestan- con su hija, la misma que lleva todo el trayecto chillando y que ha ocasionado, también, algún que otro ceño fruncido de otro pasajero en modo avión.
Señor 25A- Perdóneme. ¿Puedo tu-tutearle?
Señor 25B- No. No dejo que nadie me ponga el tutú, y menos el pasajero-cara de acelga de mi lado que experimenta simbiosis con un dispositivo móvil.
Señor 25A- Jajajajajaj. Es que soy un poco tartamudo.
…[continuará]