La semilla esperada o a la espera de la semilla
-Vamos a ver, aquí hay una cosa muy clara y digámoslo ya: vivimos más; vivimos más tiempo; vivimos mejor. Por eso hay que trabajar más; trabajar más tiempo; trabajar mejor -dice el sátiro.
La semilla congelada aguarda; espera su momento. Toda evolución la favorece, las grandes empresas la financian y los grupos económicos la protegen. El pulpo gigante de Sillicon Valley cuidando su huevos hasta la muerte. Qué lástima, qué lástima, qué lástima que durante todos esos años, la etapa álgida de la fertilidad empresarial deje abiertas las puertas tan sólo al infra-progreso. Qué lástima que el sátiro se siga riendo, que los cuerpos bellos femeninos sigan anunciando. Qué lástima que el que coja las riendas de la fertilidad, ahora convertida en productividad, sea un gigante empresarial: grande en envergadura, escaso de ética. Qué lástima que la lavadora de la producción centrifugue sólo en un programa y qué lástima, joder, que una mujer no pueda sino esperarse a una edad tardía para tener hijos. Pues no lo hagas, porque el sátiro ríe. Ríe mucho.
La semilla esperada también se ha convertido: ahora es la semilla del auto-engaño, que el flujo de la economía te vende como regalo. Ten hijos cuando y como quieras. No escuches al sátiro y no te leas el cuento de “la espera de la semilla”. Después será tarde.