Día Internacional de la traducción
El pasado 30 de septiembre se celebró el Día Internacional de la Traducción. Llegando por supuesto tarde a tan especial efeméride (aunque a la traducción no se llega tarde ni pronto: es atemporal) y cayendo, como veis, en sucios argumentos auto-exculpadores, os relato brevemente el origen de la celebración del día del traductor. El día 30 de septiembre se festeja la conmemoración del fallecimiento de Jerónimo de Estridón (San Jerónimo) (Estridón, Dalmacia, c.340 – Belén, 30 de septiembre 420), quien, en el siglo V, tradujo nada menos que la Biblia del griego y el hebreo al latín. A partir de ese momento, el texto canónico pasó a llamarse la Vulgata (“para el pueblo”) y el esfuerzo intelectual de traducción devino en un gran enriquecimiento en la propagación del latín.
A menudo, cuando traduces sientes la necesidad de representar, más allá de la semántica y la gramática y en la medida de lo posible, las mismas voces y ecos del original. Cuando la traducción suena y resuena bien, es una traducción viva.
Para festejar este gran día he pensado en una gran traducción. La traducción de un poema; una traducción que es POESÍA: Konstantinos Kavafis (1863 – 1933)
VOCES
Amadas, idealizadas voces
de aquellos que murieron, o de aquellos
perdidos para nosotros como los muertos.
A veces nos hablan en sueños;
a veces la mente las oye en los abismos del pensamiento.
Y, con su sonido, vuelven por un momento
los sonidos de la primera poesía de nuestra vida…
como música distante desvaneciéndose en la noche.
Traducción de Alberto Manzano.
Kavafis. Obras selectas. Edicomunicación, 1999.