
Hace tres años, descubrí a la argentina Valeria Correa en el festival de literatura fantástica Golem Fest que se celebra cada año en el mes noviembre en Valencia. Allí fue donde la escuché hablar sobre su colección de relatos «Hubo un jardín» (Páginas de Espuma, 2022).
Durante la presentación del libro, Correa nos contaba cómo había vivido las curvas del proceso de escritura de sus cuentos, que tocan la fantasía y el realismo con habilidad y acierto. Recuerdo su aire risueño, la elegancia de sus gestos y la frescura con la que se dirigía al público, muy distintos de la crudeza narrativa que esconde «Hubo un jardín». La voz literaria de Correa no se anda con contemplaciones y te plantea, con un estilo salvaje y poético a la vez, escenarios desesperanzados en convivencia con la belleza más pura del ser humano.
Por supuesto que retumban los latidos de Cortázar y Esquivel entre las páginas de este libro, cuya preciosa ilustración corre a cargo de Sara Montes, pero Correa maneja con una visión personal los temas que nos hunden y nos rescatan -se nota la profunda relación con la maternidad en Hotel Edén, mi favorito sin duda-; ves la sangre derramándose hacia el río en La Celestial, un relato sobrecogedor por su carga de realismo, pues la culpa, el miedo y la desilusión impregnan la historia, además de la acción contenida que no te permite desengancharte hasta que terminas de leer. El invernadero de Eiffel es el relato que más me ha recordado a Esquivel y me ha permitido ver dentro de las murallas de una mente adolescente cuando no encuentra su lugar en la sociedad que le ha tocado. Otro relato que se mantiene en la memoria es Un amor imaginario, donde conviven ternura, fantasía y misterio. En pocas páginas, el lector se enamora del protagonista de la historia, un cartero con un gran poder entre sus manos.
Las siete historias escritas por Valeria Correa consiguen arrojarte dentro de siete mundos distintos, con atmósferas que cubren la niebla del paraíso perdido, la fascinación hacia la psicología humana o la excitación y amargura del amor prohibido.
Cuánto hay de prohibido en la realidad y de libertad en la literatura. Leer te saca del egocentrismo en el que vivimos; te ocupas de otras cosas más allá de ti mismo. No es fácil, ya que a veces debes tener paciencia con el protagonista y dedicarte a entender lo que le está pasando. Sin embargo, cuando consigues agarrarle de la mano y llegar juntos al llegar al final de la historia, notas que algo ha cambiado dentro de ti.
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