Hoy me tiño,
hoy me tiño,
hoy me tiño.
Me tiño hoy sin falta.
Y mira qué raíz,
y cómo avanza.
¿No te tiñes, mujer?
Tíñete sin falta.
De hoy no pasa.
¿Oleré?
¿Oleré a edad?
¿Oleré a verdad?
¿Al paso del tiempo?
¿A mi pensamiento turbulento?
¿Me tiño?
¿Me tiño?
¿Me tiño?
No sé.
Hay que teñirse
al mejor postor,
así que no exageres;
eso lo hacemos
las mujeres
de manera habitual,
y ya está.
Sacamos tiempo
para teñir
y deducir anhelos,
y apagar fuegos
y poder lucir
sin permitir
el desliz
de la verdad,
porque para impostar
la edad
solo basta
teñirse de savia vital.
Porque es feo hacerse mayor,
porque es denigrante
que tu pelo cambie
y que cambien
las miradas,
o lo que quieres
que vean en ti.
Así que
hoy me tiño.
Tíñete.
¿No te tiñes, mujer?
Tengo cuarenta y dos
motivos para hacerlo,
y no dramatices;
no exageres,
eso lo hacemos
las mujeres,
tíñete al mejor postor,
y deja de llorar
que así queda mejor.
No me tiño,
y ahora sé,
que aunque esté
en un escaparate
de tienda de suburbio,
he aplacado
con un puñetazo
el disturbio
de mis propias contradicciones,
mujer.
No me tiño, déjame,
y me he tenido que teñir mucho
para aceptar
la edad,
que es la única
verdad,
que rubrica con pluma dorada
seguir viva y latiendo,
asumiendo
la victoria
de beber del cáliz del tiempo,
sintiendo
de raíz
la embestida
del tiempo.
Mañana me teñiré;
romperé este poema,
es desolador.
Lo sé.

—
Créditos
Composición piano: Luz Martínez
—-
¿Te ha gustado? Sígueme.

Deja un comentario