Desde el último poema que te escribí,
todos los demás poemas
me parecen un timo, un desatino, un crucigrama gélido e hilarante, un banquete de
estulticias.
Desde la última caricia, me parece el mundo un lugar resfriado, raquítico y ruidoso,
un infernal chiki park en el que crepitan palomitas negras, en el que borbotea la sonrisa de
postín porque debajo de ella hierven los odios infiltrados.
¡Nos amamos!
Desde los últimos versos sangrientos, me apetece respirar, dejar de pensar, dejarlo todo al
azar.