Segunda parte de mi crónica de la Eurocon 2016 tras mi pausa de té, que ha venido patrocinada por el anuncio de un imbécil que alcanza prestigio social conduciendo su coche nuevo y de una joven que investiga con su novio las alternativas para dotar de brillo las baldosas de su cocina –anuncio rigurosamente moderno de nuestros días: tú mete en escena a un varón, para que no se note tanto, pero que ella lleve la voz cantante, en tanto fémina ocupada en asuntos de limpieza y/o pulcritud.
Mientras se reproducían estos anuncios de interés antropológico, me he convertido en cocatriz y he mirado fijamente al urco, que ahora está quietito y no molesta.
The failures of futurology fue una de las charlas –abanderada por los expertos Radoslaw Kot, Brian Lisbet, Salvador Bayarri y Charles Stross– de mayor profundidad filosófica. Se reunían para la ocasión significantes que penetran hasta nuestra alma como consumidores y como personas: los deseos de construcción y las expectativas de la industria; la política que se esconde tras las decisiones de las empresas de tecnología y la relación entre las tendencias tecnológicas y la ciencia ficción. Como escritores, sólo tenemos que mirar sucintamente a nuestro alrededor para hallar aberración. Pero no sólo eso: la gran pregunta que explotó en el Auditori del CCCB fue: ¿Se puede predecir el futuro? Por supuesto que no, aunque a veces nos hagan creer que sí. Dejando de lado los avances en materia de medicina, los futurólogos de hoy en día se personifican en la figura del consultant. Cuál va a ser la tendencia tecnológica se convierte en el melón abierto de la industria, que pretende guiar nuestro consumo. ¿Qué leches tiene que ver todo esto con la ciencia ficción? La psicología de la obra literaria está contagiada de las contradicciones de la sociedad moderna y, en una mayoría deseable de los casos, las expone y critica. El articulista irlandés experto en videojuegos Brian Nisbet nos lo describía con sencillez: las herramientas del ser humano cambian; la tecnología también. Pero no tienen por qué cambiar al ritmo que pretende marcar la industria. Existe una intencionalidad hacia el cambio –el avance tecnológico en determinados campos– que beneficia sólo a una élite. No hablamos de la tecnología aplicada a la medicina, sino a las supuestos progresos tecnológicos que buscan modificar nuestro comportamiento, nuestro consumo.
Nisbet también expuso una interesante observación: en la esfera de la industria tecnológica se habló en su día –y se sigue hablando– del desuso del correo electrónico. Les interesaba. Pero eso no ha sucedido. Las grandes empresas tienen prisa y empujan. En nuestros días, lo único que debe empujar es la cabeza pensante.
Tecnología y futurología impregnaban mis narices como cloro de piscina municipal. ¿Regreso a mi casa, acaricio al urco y me preparo una tortilla con todos estos conceptos? No, todavía quiero más y quiero irme a escuchar a Alfredo Álamo, Hugo Camacho y Cisco Bellabestia. Los géneros efímeros: el problema de la estética en el género fantástico fue el título la charla. Yo no calificaría de problema la estética en el género fantástico. Los lectores modelan una tendencia, que se acaba llamando tendencia si se publica y se habla sobre ella, mientras que lo no-publicado también es literatura –limpia, en su cajón secreto, la mayoría de los caos. En esta charla resarcidora se habló precisamente de temas insólitos, intrépidos, poco explorados o en la frontera estilística y temática. Es cierto que muchos géneros literarios comadres del bizarro aparecieron –como bien apuntó Alfredo Álamo– y duraron lo que durarían mis hijas entre los colmillos del urco, pero los expertos nos mostraron, por encima de todo, las estéticas que funcionan al margen de la corriente temática fantástica puramente convencional. Camacho nos habló del bizarro, un género atravesado por el humor. Situaciones grotescas, personajes raros, parodias. La deconstrucción y todas sus consecuencias. Durante la ponencia resonaron con fuerza los clásicos: quién mejor, si no Kafka, para aventurar la horrorización del cuerpo como sujeto monstruoso y todos los miedos y obsesiones que es capaz de proyectar.
Los géneros efímeros: el problema de la estética en el género fantástico
Libretitas: nuestros pozos de letras inquisitivas, las que saltan a nuestra cabeza como piojos reventados de sangre y que lacramos sobre papel con prisa e impaciencia.
La entrevista con el escritor estadounidense Joe Haldeman tuvo, como protagonista, a su libreta de notas fiel. El escritor de la Trilogía de Los Mundos y Viejo siglo XX nos la mostraba y apoyaba su testimonio como prolífero escritor con palabras discretas y un gesto sereno. ¿El éxito? Según el autor, es relativo. El éxito en ciencia ficción no está directamente relacionado con el dinero que ganas, mientras que, décadas atrás, los escritores exitosos eran los más adinerados. No ocurre lo mismo hoy en día. Lo que ganas es haber escrito –añadiría yo.
Relaciones emocionales y familiares no normativas en la CF. A mí me va todo. A estas alturas el urco ha muerto de inanición. Si no cultivas algo, ese algo se muere de asco. ¿Lo has pillao, escritor? Pues escribe.
Esta charla es especialmente interesante porque aborda el tema del género, la afectividad, el sexo, el amor no romántico y las múltiples manifestaciones del género en la vida y en la literatura de ficción especulativa. El plantel estaba integrado por Maria José Neguerela, Víctor García Tur, Silvia Vázquez y Juanma Santiago. Todos ellos, en sus diversas profesiones, pero unidos por su condición o vicio de lectores.
Las ideas preconcebidas de género y sexo se desbrozan en literatura de ficción. Lo normativo no existe cuando escribimos. Faltaría más. Podemos ser asexuados, andróginos, poliamorosos o policías queer. En la vida real, como apuntaba la psicóloga e investigadora social Silvia Vázquez, se están revelando diversos modelos de sexualidad, sujetos a la voluntad del ser humano en tanto ser sexuado. El género ya es la construcción social. Pero en literatura fantástica la cosa se pone aún más divertida: grandes autoras como L.Guin ya abordaron en su día –de manera más o menos atrevida– la capacidad sexual del individuo. La ciencia ficción conservadora de los ’30 y ’40 ha quedado alejada de los planteamientos modernos, aunque mucho me temo que hoy en día las librerías exudan amor romántico en sus estantes: es el concepto que salta en las páginas de los cuentos (en texto e ilustración) cuando nuestros hijos los hojean. Es momento de cuestionar los modelos de vínculo entre los seres humanos y de trabajar la afectividad en sus diversas construcciones –no sólo la de amante y amado como código binario.
Relaciones emocionales y familiares no normativas en la CF
¿Y la narrativa? ¿Alguien se ha acordado de ella? J. Valor Montero nos habló de narrativa aumentada y la narración transmedia y puso de manifiesto el concepto de la gamificación de la lectura como objeto de juego. Ya sabemos que hay tantos lectores como lecturas, pero en la gamificación desempeñan un papel crucial los nuevos soportes tecnológicos. Sólo así una novela puede ser, al mismo tiempo, un libro multimedia o un libro interactivo multiplataforma: un dispositivo que te permita leer, tocar, interactuar y resolver. Interesante noción de narrativa no lineal que nos sitúa ante la idea de que todo parte del texto, pero es que el texto mismo contiene, además, ingredientes de interacción con el lector susceptibles de traducirse en nuevos formatos. Partiendo de las ventanitas de tela y cartón que levanta el bebé, las posibilidades de la relación con el libro se multiplican con la narrativa aumentada.
Narrativa aumentada y narración transmedia
Sólo me faltaba Lovecraft y la clausura del Eurocon para caer rendida ante las zarpas de este feroz festival. El domingo 6 de noviembre me ocupé de Lovecraft. El profesor e investigador Juan Luis Pérez–de–Luque, experto en la figura de Lovecraft, expuso ante los asistentes la influencia de la ciencia en la literatura del padre de la weird fiction. Las importancia de la ciencia impregnó la obra literaria del escritor americano, quien también asimiló el darwinismo y se inclinó temáticamente hacia la tecnología. El escritor de At the mountains of madness y The Rats in the walls, quien también cultivó la poesía y el género epistolar, fue un gran conocedor de astronomía –de hecho, hoy en día existe una región de Plutón bautizada con el nombre de Cthulhu. Así, Lovecraft y sus cuentos de terror han creado precedente en buena parte de la estética actual, incapaz de deshacerse del contenido científico para dar rienda suelta a la fantasía y ficción. Otra interesante explicación que nos ofreció Pérez-de-Luque fue la noción de literatura de terror gótico como corriente racionalista que busca explicar el origen de los monstruos, en contraposición con la estética del romanticismo, que ahonda y libera la expresión de los monstruos como figuras inherentes de ficción.
La Eurocon cerró sus puertas y plegó su mapa del tesoro, cediéndoselo a Dortmund (junto con la bandera), para albergar la siguiente edición en junio del 2017.
No sé si estaremos, pero en Barcelona hemos estado. Sin género de dudas.
Ahora me doy cuenta de que el urco era otra cosa. Era el deseo de siempre, que llama a sus puertas.